Cuando era niña, en el silencio de mi habitación, muchas noches solía hacerme las mismas preguntas. Siendo sincera no quisiera escribir ni recordar esta experiencia, pero es lo que el corazón desea plasmar en esta hoja en blanco.
Aquí te las comparto.
¿Qué sentiré al morir?
¿A dónde iré?
¿Podré mirar a mi familia desde el lugar en donde me encuentre?
Como comprenderás, estas preguntas no me dejaban dormir. Lo que hacía en ese momento era juntar mis manos, cerrar los ojos, rezar y repetir una misma oración, hasta quedarme dormida.
Esas preguntas me incomodaban mucho y ciertamente aquella pequeña niña, en la oración piadosa, encontraba una anhelada calma.
Nunca me gustó pensar en la muerte. Me causaba angustia, creo que por eso siempre me alejé de los momentos de dolor y sufrimiento. Mis padres me apoyaron, sin saberlo, evitando que asista a velorios o que visite a familiares enfermos. Vivía en una burbuja en la cual el dolor no existía. En la que todo estaba bien.
Pero la vida te sorprende. A mí me sacó de aquella hermosa burbuja, algunos años después. Hay muchos momentos de dolor físico y emocional, que forman parte de mi historia. Y al parecer solo me estaban preparando para vivir la etapa más dolorosas de mi vida.
A mis treinta y seis años el dolor llegó con un inesperado diagnóstico de cáncer, a quien había elegido como compañero de vida. Teníamos muy poco tiempo de casados, nuestro primer hijo no cumplía aún los dos años y yo estaba embarazada de cuatro meses.
A partir de ese momento, iniciaron los cinco años mas difíciles de mi vida, que quisiera eliminar de mi historia. Pero entiendo me ayudaron a convertirme en la mujer que soy hoy. Ya te he contado algo en mis cartas anteriores, pero hoy quiero detenerme en el preciso instante de su muerte.
El murió mientras yo tomaba su mano, con lágrimas en los ojos y el corazón confundido, me pregunté: ¿Cómo me encontrará la muerte? Miré a mi alrededor, todos lloraban. Pensé en mis hijos, en qué momento darles la noticia, el dolor que les causaría.Ya no había tiempo para seguir abrazando tal pregunta. No era su tiempo. Pero la guardé en un rincón de mi corazón. Estoy segura.
En algún momento de mi vida, las preguntas volvieron a aparecer. Pero ya no eran preguntas para quejarme, renegar por lo vivido, pelearme con Dios y con la vida, más bien se transformaron en preguntas que me ayudaron a decidir como quería vivir.
La pregunta ¿Por qué a mí? se transformó en un honesto: ¿Para qué?
Preguntas y más preguntas. Muchas de ellas sin respuesta hasta el día de hoy. Otras con respuestas inimaginables que son dulce consuelo en mi historia.
Ahora entiendo por qué comencé la carta con este recuerdo.
Cuando las preguntas son el inicio de un camino
Las preguntas nacen cuando hay duda o curiosidad en el corazón. Cuando quieres que lo desconocido se muestre o la incertidumbre por el futuro se hace presente. Las preguntas me llevaron a un viaje interior doloroso, pero necesario. El poder de las preguntas me salvaron. Yo tengo apuntadas en mi cuaderno muchas preguntas que aún no tienen respuesta. De ese tiempo y de estos últimos seis años. Las preguntas en mis cuadernos, cada una de ellas, son un tesoro que fui descubriendo gracias a la magia de la escritura.
Mis proyectos nacen de las preguntas que me hice en algún momento de mi vida, las preguntas son la esencia del acompañamiento que realizo y mi trabajo profesional. Me gusta hacerme preguntas, aunque muchas veces se me hace difícil hallar la respuesta, es apasionante el solo hecho de hacer la pregunta correcta. Porque las preguntas son en esencia hermosas, y pueden llegar a mostrarte un camino maravilloso de encuentro con lo más profundo de tu ser. Esa es su belleza.
Yo he clasificado las preguntas de mi vida en tres categorías.
Preguntas que te invitan a recordar.
Preguntas que te invitan a vivir.
Preguntas que te invitan a soñar.
Intenta hacerte una pregunta que te invite a recordar, a vivir y a soñar. En total 3 preguntas.
¿Lo hiciste?
Ok. Ahora yo te dejo un par de ejemplos de cada una de las categorías, que son una clasificación muy personal de las preguntas de mi vida.
Preguntas que te invitan a recordar:
¿Cuál era tu juguete preferido cuando eras niño? ¿Por qué?
¿Cómo conociste a tu mejor amiga o amigo cuando eras adolescente?
Preguntas que te invitan a vivir:
¿Cómo te quieres sentir hoy? ¿Qué vas a hacer para sentirte de esta manera?
¿En qué vas a enfocar tu energía el día de hoy? ¿Por qué?
Preguntas para soñar:
¿Qué consejo te diría tu yo del 2030?
¿Qué sueño quisieras hacer realidad de aquí a cinco años?
La idea de esta carta era dejarte solo un ejercicio de escritura, pero resultó algo diferente. La pregunta con la que inicié fue. ¿Y si dejo un ejercicio de escritura en base al poder de las preguntas? Y mira el resultado. Como te decía, las preguntas abren nuevas posibilidades, y esta carta es perfecta tal cual se escribió. Una nueva posibilidad que acepté y es hoy una realidad. Escribiré sobre este tema en alguna próxima carta.
Un ejercicio
El ejercicio que te propongo ahora, es el siguiente:
Busca un lugar tranquilo y toma tu cuaderno.
Antes de empezar a escribir cierra los ojos, presta atención al ritmo natural de tu respiración e intenta enfocarte en el momento presente.
Cuando estés lista abre los ojos, toma tu lapicero y escribe durante 5 minutos todas las preguntas que vienen a tu mente. Sin juzgar o evaluar si están bien o están mal. Solo escribe.
Al terminar lee tu lista de preguntas y reconoce las emociones que se hacen presentes. Agradece este momento de conexión con tu interior. Estoy segura que algunas de esas preguntas te sorprenderán.
Espero te animes a hacer el ejercicio. Y te ayude a descubrir en tu vida el poder de las preguntas.
Te compartí que de una pregunta también nacen mis proyectos, pues bien, el Diario de escritura nace de la pregunta: ¿Es posible tener un espacio para mí? Y fue el inicio de un camino de transformación personal y sanación para mí. Por eso, fiel a mi promesa, es que elaboré este material, para acompañar tu propio camino de volver a ti, escucharte y conectar con tu interior.
🌿Un espacio para ti, para escribir y descubrirte
✨ ¿Cuándo fue la última vez que te regalaste un momento solo para ti?
Gracias por tu cariño al leer esta carta que nace de un corazón que lo único que quiere es ayudar, compartiendo su historia y todo lo que aprendió en este tiempo.
Un abrazo fuerte.
Jenyfer.
Amiga .. tus palabras son tan inspiradoras, lo único que puedo escribirte es que Dios es tan grande que ayudo a liberarte de tantas cosas y lo mejor ahora eres una mujer feliz, amada por tu familia y los que te conocemos sabemos la gran persona que eres, una mujer auténtica y sincera. Un abrazo